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jueves, febrero 07, 2008

Chile: 10 mitos de las centrales hidroelectricas

ENERGIAS RE4NOVABLES Y CALENTAMIENTO GLOBAL
 
Chile: 10 mitos de las centrales hidroelectricas
1.- ¿Son Limpias ?

No. En el pasado se creía que las hidroeléctricas eran una solución limpia para proveernos de electricidad. Hoy se sabe que las centrales hidroeléctricas de embalse emiten, unas diez veces más de metano y CO2 que cualquier central termoeléctrica, debido a la putrefacción de bosque y del subsuelo inundados, acelerando así de sobremanera el efecto invernadero. A esta situación hay que sumar la falta de esta vegetación en la reproducción del oxígeno.

2.- ¿Son renovables ?

La renovabilidad de las centrales hidroeléctricas de embalse no es ilimitada. Cada represa requiere de una evaluación de su vida útil, ya que ésta depende de factores como el estancamiento de sedimentos que, a lo largo del tiempo, disminuyen el volumen de agua y con ello el volumen de generación. Además, el caudal de los ríos en el sur de Chile, ha sufrido en los últimos 20 años una fuerte tendencia a la baja (30%), hecho que se le atribuye al cambio climático. Entonces, se puede decir que, aunque por un periodo limitado de tiempo no hay que pagar combustible para la generación de energía, se limita la renovabilidad a un periodo de tiempo bastante restringido.

3.- ¿Son sustentables y solucionan definitivamente el problema del abastecimiento ?

No. Endesa calcula, para las centrales hidroeléctricas un promedio de vida útil de 50 años, lo que queda después, es un pozo de arena. En consecuencia, pagamos con nuestro aire, suelo, bosque y agua y con ello también con nuestros intereses económicos (turismo, agricultura) el retardo, estimado en 50 años, para aplicar las tecnologías que podríamos perfectamente implementar desde ya.

No es necesario destruir nuestro sustento como seres parte de este gran ecosistema y por ello dependientes de nuestro medio ambiente, tampoco es preciso destruir a nuestro sustento económico y sin quitarle su propiedad a miles de de personas afectadas por este megaproyecto.

Además, este tipo de proyectos constituyen un anacronismo total frente a las recomendaciones de la Comisión Nacional de Energía que recomienda diversificar la matriz y proveedores de energía y darle preferencia a las energías renovables.

Si revisamos el balance del año 2007 del Ministro de Energía Marcelo Tokman, vemos inmediatamente el grave problema que conlleva la energía hidroeléctrica: nos deja muy vulnerables frente a tiempos de sequía, más aún si consideramos que la tendencia general va hacia una disminución del caudal de nuestros ríos. Invertir en hidroeléctrica significa agravar el problema existente haciéndonos más vulnerables hacia la sequía y más dependientes de dos proveedores instaurando un casi-monopolio.

4.- ¿Son indispensables para el desarrollo?

No. Hoy existen otras formas de generar la energía requerida con mucho menos impacto y además agravan nuestra dependencia del factor climático. Incluso hay que decir que las centrales hidroeléctricas impiden el desarrollo del turismo enfocado en el turismo de naturaleza, de la agricultura y ganadería, obligando a miles de personas a abandonar sus campos y de la pesca por la destrucción de la calidad del agua (temperatura, oxigenación y sobresaturación).

5.- ¿Son baratas?

Aquí la gran pregunta es para quién. Son baratas para las empresas que las operan, porque nadie las obliga a responder por los costos generados por sus impactos. Las personas no se encuentran protegidos y se pierden miles de puestos de trabajo relacionados con el turismo, agricultura, ganadería, acuicultura. El estado pierde las contribuciones en patentes e impuestos de estas actividades económicas, mientras que los dividendos de las hidroeléctricas y transmisoras de energía se van, en su gran mayoría, al extranjero. Nuestra experiencia nos enseña además que los bajos costos de producción ni siquiera se reflejan en el precio de mercado de la energía eléctrica.

6.- ¿Dan trabajo a la gente?

No. Tomando la experiencia no tan lejana de la central hidroeléctrica de Canutillar (Lago Chapo), se puede decir en resumidas cuentas que aumentaron los puestos de trabajo solamente durante la fase de construcción de la central y para la gente del sector solamente en labores básicas. Después de la construcción no quedaron ni siquiera estos puestos de trabajo. Incluso es muy poco probable que estos proyectos no destruyan puesto de trabajo en turismo. En Aysén, por ejemplo, bajaron las reservas para esta temporada tan sólo con el rumor de que las represas eran cosa decidida.

7.- ¿No hay otra opción?

Si. Afortunadamente hay una serie de otras opciones, aunque en un país tan sísmico como Chile quisiéramos excluir la energía nuclear. Si en la actualidad la minería, especialmente la del cobre que al mismo tiempo es el consumidor número uno, producen grandes excedentes, ahora es el tiempo de invertir en energías renovables en las que Chile es tan rico: eólica, mareomotriz, minicentrales de pasada, geotermia, nuevas tecnologías en energía solar, etc.

8.- ¿No me incumbe?

Aunque no sea propietario u ocupante de un terreno afectado por los embalses no por la tala rasa de los troncales, estos proyectos sí afectan a todos en lo económico porque el turismo genera ingresos para todo el país y también nuestra calidad de vida porque nuestros ríos son verdaderas arterias de vida que juegan un papel importante en el desarrollo del clima. Como partes de nuestro medio ambiente, obviamente nos afectamos automáticamente por la destrucción de su suelo, agua y aire.

9.- ¿Ya es tarde para evitar que se construyan?

No es tarde. Hasta el momento no están ni siquiera los estudios de impacto ambiental aprobados. Y si ellos no son un mero trámite, estos proyectos con su tremendo impacto en el medio ambiente, la cultura y la sociedad no pueden ser aprobados.

10.- ¿Nosotros no podemos hacer nada?

Al contrario: nosotros tenemos que hacer algo! Para rechazar estos proyecto necesitamos nada más ni nada menos que la presión de la ciudadanía y esto somos todos nosotros. Si deseamos preservar nuestro ambiente, nuestras fuentes de ingresos y todas nuestras proyecciones, tenemos que decir No a las Represas !!!!!

En resumidas cuentas nos quieren vender gato por liebre: las hidroeléctricas son una opción que le hace un grave daño económico, ambiental y social. Hay mejores opciones y recursos para evitar tanto las represas en nuestro sur de Chile como también la troncal. No se dejen engañar, manifiéstense contra los mega proyectos hidroeléctricos en Chile.

Fuente:
Noticiero Kiñehuen Enero de 2008: Los Mitos de las Hidroeléctricas - Patagonia sin represas!!!
www.kinehuen.com
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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La sucesión, un dilema al que no escapa ninguna empresa familiar Guardar

EMPRESA FAMILIAR
La sucesión, un dilema al que no escapa ninguna empresa familiar Guardar
Las estadísticas indican que sólo un 30 por ciento de este tipo de compañías logra sobrevivir a la segunda generación. Por qué el cambio de mando se vuelve tan complicado y cuáles son las claves para superarlo de forma exitosa
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Los datos son contundentes: el 70% de las empresas familiares no logra subsistir a la segunda generación. ¿Cuál es la clave para sobrevivir a la sucesión?, esa es la pregunta que se hacen muchos empresarios y que, según los consultores, tiene una única y sintética respuesta: planificación.

 
Puntos Importantes
Del total de estas compañías, sólo un 30% consigue superar los tres años y menos del 5 por ciento llega a la tercera generación. Del total de estas compañías, sólo un 30% consigue superar los tres años y menos del 5 por ciento llega a la tercera generación.
La sucesión en una empresa familiar representa una de las transiciones más críticas y que mayor preocupación despierta entre los empresarios. La sucesión en una empresa familiar representa una de las transiciones más críticas y que mayor preocupación despierta entre los empresarios.
Sin embargo, sólo el 28% de las empresas ya tiene establecido quién reemplazará al líder y el 40% reconoce no estar haciendo nada para organizar el cambio de mando. Sin embargo, sólo el 28% de las empresas ya tiene establecido quién reemplazará al líder y el 40% reconoce no estar haciendo nada para organizar el cambio de mando.
Los especialistas recomiendan iniciar el proceso de sucesión con tiempo suficiente para poder abordar y resolver todas las cuestiones que puedan surgir de esta experiencia.   Los especialistas recomiendan iniciar el proceso de sucesión con tiempo suficiente para poder abordar y resolver todas las cuestiones que puedan surgir de esta experiencia.
 


"Lo ideal es planificar la sucesión dentro de la estrategia general de la empresa, de esa manera se va preparando a quien vaya a tomar la dirección y se van alineando visiones y objetivos. En la realidad esto no pasa, normalmente se deja pasar el tiempo y se espera a último momento ya que en el caso en que hay más de un hijo es difícil tomar la decisión", explica Santiago Antognolli, director de SEA consultores y Pymes de familia.

Según las estadísticas, el 80% de las empresas argentinas son de tipo familiar, lo que representa más de un millón de compañías.

Del total de estas firmas, sólo un 30% consigue superar los tres años y menos del 7% llega a la tercera generación.

Existe un irónico dicho en el ámbito empresarial que dice: la primera generación funda la empresa, la segunda la hace crecer y la tercera la funde.

Estrategias
Sin dudas, la sucesión en una empresa familiar representa una de las transiciones más críticas y que mayor preocupación despierta entre los empresarios. Sin embargo, la experiencia demuestra que son pocas las compañías que realizan una planificación previa del proceso.

De acuerdo a una encuesta realizada por la fundación española Nexia, el 39% de los empresarios familiares afirma que el tema de la sucesión es uno de los factores vinculados al desarrollo de la compañía que más le preocupa.

Sin embargo, el mismo estudio indica que sólo el 28% de los consultados ya tiene establecido quién reemplazará al líder de la empresa y el 40% reconoce no estar haciendo nada para organizar el cambio de mando.

"La sucesión en las empresas familiares es un tema muy sensible, muy complicado, y, a pesar de que está en la cabeza de los líderes, se suele postergar su abordaje. Nosotros hablamos de barrer bajo la alfombra", señala Gabriel Iorfida, director ejecutivo de Legar FB, compañía de asesoramiento legal y corporativo para empresas.

Por todo esto, los especialistas recomiendan iniciar el proceso de sucesión con tiempo suficiente para poder abordar y resolver todas las cuestiones que puedan surgir de esta experiencia.

Según el licenciado en Administración de Empresas, Jorge Rubinsztein, la sucesión debe ser iniciada con "bastante anterioridad a que suceda la misma", ya que la elección y la formación del sucesor son temas muy importantes a tener en cuenta y que requieren cierto tiempo.

En este sentido, los expertos consultados por infobaeprofesional.com coinciden en que el proceso de sucesión en general puede demandar varios años.

"El proceso lleva no menos de cinco años, pues es un proceso de madurez. Generalmente hay que pensarlo cuando la generación en el poder está en la década de los 50 y la nueva generación en el ciclo de comienzo universitario. A partir de allí, los plazos se recalientan y las decisiones no pueden tomarse con tranquilidad", afirma Carlos Kaplun, director del Centro de Empresas de Familia.

Planificación
Para evitar que las sucesiones se conviertan en procesos caóticos, los expertos recomiendan establecer planes de acción anticipados que contemplen la mayoría de los aspectos comprendidos en todo recambio generacional.

En este sentido, Iorfida recomienda tratar a la sucesión en todo momento como un proceso que debe ser efectuado con anticipación, en forma proactiva y con formalidad.

"A veces me preguntan a mí cómo se puede saber si el proceso de sucesión de una empresa va a tener éxito, y nosotros decimos que depende de la forma en que se lo prepare, la forma en que se lo encare, la forma en que se acuerde y se instrumente ese proceso", comenta el especialista.

Para Kaplun, lo fundamental es elaborar de una "metodología de trabajo en relación al paso generacional".

Dentro de este plan de acción, el experto propone distintos pasos a seguir, entre ellos: Verificar si están dadas las condiciones internas de la familia sucesora y de la formulación legal de la empresa; poner en marcha una arquitectura financiera para solventar el retiro o cambio de roles de la generación en el poder; realizar un planeamiento estratégico familiar en cuanto a su correlación con el crecimiento esperado de la empresa; llevar a cabo un plan de capacitación recurrente de la nueva generación; y dejar asentado mediante documentos formales las definiciones anteriores.

Crisis
Todos los especialistas coinciden en que el proceso de sucesión suele ser un momento muy traumático para la empresa, en el que todos los integrantes del sistema entran en crisis.

"La sucesión en una empresa familiar, a diferencia de la sucesión en una empresa no familiar, es un tema muy delicado, porque generalmente la sucesión se da entre dos personas que tienen un lazo de parentesco", afirma Iorfida.

Además, –agrega- otra circunstancia que hace muy particular a este tipo de sucesión es que generalmente el sucesor tiene que reemplazar un liderazgo muy extenso en el tiempo.

Por eso, es un proceso muy difícil no sólo para el que se va, sino también para el que toma el mando, porque el que llega, tiene que hacerse cargo de una empresa en la que el que se va ha dejado un sello indeleble, una forma de hacer las cosas que está profundamente arraigada. De esta forma el sucesor se encuentra muy condicionado.

"En la sucesión entra en crisis el que deja su función (por la edad y por tener que dejar la actividad), el sucesor (por tener que asumir la responsabilidad), la relación entre ambos (dejan de ser padre e hijo para pasar a ser pares), la organización (los empleados deben adaptarse a un nuevo liderazgo) y la familia (porque todo esto sucede al mismo tiempo)", explica Antognolli .

Por eso, -señala el especialista- es importante preparar a todos los componentes de la organización: al sucedido para que enfrente el retiro y sepa qué hacer con su vida después, al sucesor para que asuma la dirección con responsabilidad y criterio y a los empleados para que se adapten al nuevo estilo de liderazgo.

"Si todo esto se hace bien la crisis familiar no es tan profunda", concluye.

Caso de éxito
En una reciente entrevista con infobaeprofesional.com, Martín Cabrales, vicepresidente de la tradicional compañía argentina fabricante de café e integrantes de la tercera generación familiar de la compañía, afirmó que para evitar cualquier inconveniente relacionado con el traspaso de mandos, los directivos de la empresa realizaron un intenso trabajo con un consultor especializado en el tema. Además, todos los integrantes de la familia tomaron un curso sobre empresas familiares.

"A su vez, trabajamos sobre un protocolo familiar, que la tercera generación lo hizo el año pasado. Y tenemos charlas y consultas permanentes con especialistas en empresas de familia, independientemente del trabajo que se realiza en el interior de la compañía", señaló Cabrales.

Y destacó: "El protocolo nos sirvió mucho como compañía, sobre todo a la tercera generación porque sienta las bases de lo que haremos no sólo nosotros sino también quienes nos sucedan".

El directivo reconoció que justamente una de las preocupaciones centrales de la compañía es evitar cualquier tipo de conflicto interno que pudiera surgir entre sus integrantes.

"Nos preocupa mucho que la empresa continúe, que no haya conflictos, que la resolución de los problemas sea rápida y no sea traumática, como también la sucesión del poder y los roles de cada uno en este proceso", afirmó Cabrales.

"Es un trabajo diario, si bien tenemos reuniones formales mensual o bimestralmente con un asesor externo", concluyó.


María Eugenia Baliño
© infobaeprofesional

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inversiones en tiempos complejos y difíciles


Article Image Consejos de inversión para tiempos difíciles

La caída a nivel mundial del precio de las acciones arrastra en su camino a muchas víctimas: fondos de pensiones, empresas de seguros, fondos de inversión de alto riesgo, empresas de servicios financieros… Sin embargo, todos ellos tienen capacidad y entereza, si son inteligentes, para soportar una venta masiva. Incluso algunos utilizan las ventas en corto o los productos derivados para obtener beneficios de la caída de los precios.

¿Cuáles serán las consecuencias para el pequeño inversor, para el individuo que está invirtiendo pequeñas sumas con vistas a su jubilación o para hacer frente a la universidad de sus hijos? ¿Debería abandonar la escena? ¿O debería considerarlo una oportunidad de compra y de invertir más dinero en bolsa?

Ninguna opción es buena cuando los mercados caen en picado. Ésa es la opinión de la mayoría de expertos entrevistados por Knowledge@Wharton, los profesores de Finanzas de Wharton Jeremy Siegel, Richard Marston, Richard Herring y Franklin Allen; Jack Bogle, fundador de Vanguard Group, la empresa de fondos de inversión; y el profesor de Economía de Princeton Burton J. Malkiel, autor de Un paseo aleatorio por Wall Street.

Allen cree que los inversores deberían ser lo suficientemente inteligentes como para cambiar las acciones por la seguridad de los valores del Tesoro a corto plazo; sin embargo dicha opinión no es compartida por el resto, que sugieren que la mejor respuesta es no hacer nada, esto es, mantener el tipo y asumir que, a largo plazo, los valores seguirán obteniendo los excelentes rendimientos –superando los de los bonos y también la inflación- que llevan proporcionando durante más de un siglo.

Si un pequeño inversor quisiese hacer algo, la mejor decisión sería ajustar regularmente la composición de su cartera de valores para así tener la combinación deseada de acciones, bonos y efectivo, sostienen. "Creo que la decisión más evidente –menos acciones de empresas financieras, más de mercados emergentes-, ya tienen un precio tal que no va a proporcionar rendimientos extraordinarios", explica Herring. "Soy muy escéptico sobre la capacidad de la mayoría de los inversores para predecir el rendimiento. Creo que la mayoría de la gente estaría mejor manteniendo su misma asignación estratégica y reajustándola si las fluctuaciones del mercado les ha alejado demasiado de su objetivo. Lo siento mucho; es un consejo totalmente estándar".

¿Se avecinan de nuevo malas noticias?

Allen, el más pesimista de los seis entrevistados, sostiene que Estados Unidos podría hundirse en una crisis como la que se vivió en Japón en los 90. "La gente pensó que las cosas podrían volver rápidamente a la normalidad pero no fue así. Se trata de un escenario que también podríamos tener en nuestro caso". Allen recomienda adoptar una posición altamente defensiva, vendiendo activos para adquirir valores del Tesoro a corto plazo. Incluso depositar los ahorros en el banco podría ser una opción muy poco atractiva, ya que, aunque cuenten con la garantía federal, los clientes podrían sufrir retrasos a la hora de recuperar sus inversiones en caso de que el banco se declare en suspensión de pagos, advierte Allen.

A Allen le preocupa que aún se avecinen muchas malas noticias a medida que la crisis crediticia se propague desde las hipotecas subprime hasta las tarjetas de crédito u otro tipo de débito. La Reserva Federal, señala, ha infravalorado repetidamente los problemas, primero afirmando que la crisis de las hipotecas subprime ya estaba controlada y luego diciendo que la recesión podía prevenirse. Asimismo, muchos inversores institucionales y firmas financieras están manteniendo sus valores, como bonos con garantía hipotecaria que ahora son imposibles de valor con precisión; podría pasar mucho tiempo hasta que la confusión se disipe. "En estos momentos hay mucho riesgo", dice Allen. "No creo que la gente comprenda muy bien qué está pasando".

Aunque los datos económicos muestran una desaceleración en Estados Unidos y sugieren la probabilidad –creciente- de una recesión, esta información no es de gran utilidad para los inversores, dice Marston añadiendo que incluso si se supiese la fecha concreta en que va a comenzar y finalizar la recesión, no sería posible predecir los movimientos en el mercado de valores.

"Para tener éxito comprando efectivo y después volviendo a las acciones, primero deberíamos ser capaces de determinar si de verdad vamos a entrar en una recesión", señala Marston. "No lo sabemos hasta unos 12-18 meses después de iniciada la recesión. Ese es el tiempo promedio que un comité experto en ciclos económicos del NBER necesita para decidir que una recesión ha comenzado". El National Bureau of Economic Research (NBER) es una organización de investigación sin ánimo de lucro que identifica el inicio y final de las recesiones, pero debido al retraso con que se recopilan los datos, siempre una vez éstas han comenzado.

"Incluso si tuviésemos esos datos, necesitaríamos saber cuando abandonar el mercado y cuando entrar", añade Marston. "Los mercados normalmente empiezan a caer antes de que empiece la recesión, pero no se sabe cuánto tiempo antes. En las últimas nueve recesiones dicho tiempo estuvo comprendido entre el mes y los 13 meses".

Normalmente las acciones empiezan a subir antes del fin de la recesión, pero en cada una de esas nueve recesiones –desde 1953 a 2001-, se recuperaron en diferentes momentos temporales, desde 8 meses antes del fin de la recesión hasta 12 meses después. Los inversores pueden consolarse con el hecho de que las acciones suelen recuperarse una vez alcanzado un mínimo durante la recesión. Tomando como referencia el mínimo de mercado, los beneficios han sido del 59%, 34% y 39% una vez finalizadas las recesiones de 1982, 1991 y 2001 respectivamente.

Un segundo tema para los inversores es, según Marston, si se pueden tomar ciertas decisiones tácticas para reducir el riesgo de una cartera. Algunos inversores vuelven su atención hacia los bonos de alto rendimiento de las empresas. Muchos de estos bonos parecen particularmente generosos en estos momentos, ofreciendo rendimientos del 10% o superiores; sin embargo los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años apenas ofrecen el 3,5%. Pero el rendimiento de los bonos basura es tan elevado porque su precio ha caído, tanto que este año los inversores han perdido dinero con ellos a pesar de su alto rendimiento. Como cada vez son más los emisores de bonos basura que se declaran insolventes durante las recesiones –ni devuelven el principal ni reparten los intereses prometidos-, los inversores han sufrido considerables pérdidas con estos bonos durante las dos últimas recesiones.

En el mercado de valores algunos sectores han obtenido mejores resultados que otros en las últimas recesiones, explica Marston. Las acciones de las pequeñas empresas normalmente se han portado mejor que las de las grandes empresas, y las acciones de las empresas de valor han tenido un mejor comportamiento que las de las empresas en crecimiento. Pero sería demasiado optimista esperar un comportamiento similar ahora, añade. Los valores de empresas pequeñas y de empresas de valor han tenido un comportamiento muy bueno en los últimos años, así que podría ser demasiado tarde para comprarlos. Asimismo, los índices con acciones de empresas de valor están atestados de empresas de servicios financieros, las cuales en estos momentos están sufriendo un duro varapalo.

Igualmente, algunos inversores creen que las acciones extranjeras son muy atractivas durante las recesiones. Los índices Europe Australasia y Far East de Morgan Stanley han superado al índice Standard & Poor's en cuatro de las nueve últimas recesiones, señala Marston. "Pero se trata de una buena noticia relativa, ya que todos sufrieron fuertes caídas. Así pues, al final mi consejo es que te aprietes el cinturón, mantengas el tipo y esperes a que el ciclo económico cambie".

¿Mejora en el mercado de valores a la vista?

Jeremy Siegel se ha mostrado abiertamente optimista a pesar del desánimo manifestado por otros muchos expertos. El 21 de enero, un día antes de que la Reserva Federal sorprendiese a todos con su recorte de tres cuartos de punto del tipo de interés, Siegel apuntaba que las ventas masivas de acciones de ese día y la semana previa podrían ser una señal de que se avecinaban mejores tiempos. "Creo que nos estamos acercando al final", decía sosteniendo que las mayores caídas suelen observarse "cerca del final del ciclo".

Muchos expertos creen que una recesión es una certeza virtual, pero Siegel cree que tal vez no suceda. "En este punto estoy entre una minoría cada vez más pequeña. Todavía sostengo que no va a haber recesión … Cuando observo los datos económicos reales no veo nada que me haga temblar … Parece algo de debilidad, no una recesión".

Sin embargo Siegel sí ve problemas. Una contención del gasto en consumo o más problemas futuros en el sector de la vivienda podrían ser el detonante de una recesión, explica, y los inversores que buscan señales de recesión deberían ser lo suficientemente inteligentes como para prestar mucha atención a las cifras de desempleo. Será una mala noticia si la creación de empleo se ralentiza y el desempleo crece.

Mientras, los pequeños inversores deberían invertir para el largo plazo, no querer especular en el mercado a corto plazo, sostiene Siegel. Desde este punto de vista, una desaceleración es buena. "Obviamente los inversores de largo plazo siempre estarán mejor invirtiendo cuando el mercado cae, cuando los precios son más atractivos".

En la actualidad el precio de las acciones es relativamente barato y los bonos son caros, dejando a muchos inversores diversificados con más bonos en sus carteras de los deseados. Así, tendría sentido vender más bonos y comprar acciones para recuperar la asignación de activos deseada, sugiere Siegel añadiendo que los fondos de inversiones inmobiliarias "se han vuelto mucho más atractivas ahora", y por tanto se merecen un pequeño papel en una cartera diversificada; no más del 10%.

"No existe un indicador que te marque cuando el mercado de valores va a tocar fondo", dice Siegel, pero en su opinión, a finales de 2008 las cotizaciones estadounidenses estarán en un nivel superior a cuando comenzó el año.

Mantener bajos los costes

A largo plazo, dice Malkiel de Princeton, los inversores no pueden predecir los movimientos del mercado. Así, lo mejor que pueden hacer es "repartir sus huevos entre diferentes cestas", de tal forma que algunas acciones aumenten y otras caigan. Muchos inversores que ahora ven como el valor de sus acciones cae pueden sentirse aliviados gracias a sus bonos a largo plazo, los cuales han incrementado su valor gracias a la caída de los tipos de interés.

Una de las claves para el éxito cuando los mercados fluctúan, sostiene Malkiel, es "reconocer que los costes son realmente importantes. En mi opinión cada cartera debería ser comparada con un fondo índice de bajo coste". Los fondos índice tienen como objetivo igualar el rendimiento del mercado en general –o determinada parte del mismo-, en lugar de intentar superar las medias del mercado seleccionando acciones aleatoriamente. Como no emplean equipos de analistas o especialistas en seleccionar acciones, los costes asociados a los fondos índice son muy bajos.

"Se pueden compran bonos y fondos índice por aproximadamente una décima parte del 1%", dice Malkiel refiriéndose a las comisiones que se pagan expresadas como porcentaje del valor de la cartera del inversor. Muchos fondos gestionados cobran el 1,3% o más al año, un porcentaje aparentemente insignificante que sin embargo puede suponer una gran lastra para los resultados al mermar el interés compuesto.

"A los inversores no les debería entrar el pánico en momentos como estos o hacer modificaciones importantes de sus carteras", sostiene Malkiel añadiendo que "intentar controlar al mercado es tarea imposible". Los inversores tampoco deberían contar con que los patrones del pasado siempre se repitan, dice señalando que no existe una "desaceleración típica". "Cada una es diferente. Creo que normalmente se considera que algunas empresas de servicios financieros son defensivas … pero ahora ese no es el caso".

Malkiel no está muy seguro de que la desaceleración económica pueda llegar a considerarse una recesión, cuya definición técnica es dos trimestres consecutivos de caída en el PIB. "Pero si consideras una definición más amplia de recesión –caídas importantes-, entonces en estos momentos estamos ante una".

A finales de año, ¿estarán las acciones en niveles inferiores o superiores que a principios de año? "Soy un paseante aleatorio", respondía Malkiel. "No creo que los mercados sean predecibles, y lo único que haría sería repetir la célebre frase de J.P. Morgan cuando se le preguntó algo similar. Él decía Las acciones fluctuarán. Eso es todo lo que me atrevo a decir".

Ignorar el mercado

Al igual que Malkiel, Bogle cree que nadie –pequeños inversores o profesionales-, debería esperar ser capaza de predecir los repuntes y caídas del mercado año tras año. Así pues, Bogle también defiende que una estrategia basada en los índices significaría duplicar los beneficios medios del mercado en un contexto de largo plazo. El negocio fundamental de Vanguard son los fondos índice.

"Primero hay que comprender que el mercado de valores es una distracción enorme dentro del negocio de las inversiones", dice. El precio de las acciones posiblemente baje, añade Bogle advirtiendo que los especuladores que intenten aprovecharse de semejante fluctuación deberían salirse inmediatamente. Para los inversores a largo plazo su consejo sería "no hacer nada. Posiblemente sea dolorosa pero mejor que intentar adivinar cuando salirse del mercado", explica refiriéndose a la tendencia de los inversores a abandonar el barco cuando los precios son bajos y comprar de nuevo cuando los precios son altos, justo al contrario de la regla básica de comprar barato y vender caro.

Tal y como señala Bogle, el rendimiento repartido por el índice Standard & Poor's 500 es más o menos del 2%, y el crecimiento promedio de los beneficios empresariales ha sido a largo plazo del 6% anual. Estos dos hechos combinados deberían proporcionar a los inversores un rendimiento medio anual del 8%, que es más de lo que pueden ganar con bonos o efectivo, explica.

Según Bogle, en estos momentos para el Standard & Poor's la relación precio-beneficios es de 18 a 1. Si dicha proporción va cayendo gradualmente hasta acercarse a 15 a 1 –que es la media a largo plazo-, el rendimiento del mercado de valores podría reducirse en un punto porcentual y los inversores aún disfrutarían de un 7% anual.

Bogle cree que la probabilidad de que haya una recesión es del 75%. Uno de los grandes factores determinantes es la caída del precio de la vivienda, lo cual está mermando la capacidad de las empresas para utilizar los préstamos con garantía hipotecaria y la refinanciación para liberar algo de dinero para dedicar al consumo. "El consumidor, obviamente, es el rey, ya que genera cerca del 70% de nuestro PIB", afirma Bogle. "Creo que se avecina una de las tormentas económicas más importantes de los últimos 30 años".

Publicado el: 2/6/08 Send a Comment
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