vIno, ¿alcohol saludable? Un articulo muy interesante 21 de febrero de 2007 | Bibliografía El consumo de vino ha generado un intenso debate que se centra más en limitar excesos entre los jóvenes que en sus demostrados beneficios en la salud en cantidades moderadas JOSÉ JUAN RODRÍGUEZ JEREZ El debate relacionado con la idoneidad del consumo de bebidas alcohólicas fermentadas y, más concretamente, del vino, ha motivado que el Ministerio de Sanidad y Consumo plantee una nueva ley destinada a impedir la publicidad de cualquier producto alcohólico, incluyendo los destilados y el vino, en horarios, programas o espacios destinados al público juvenil, y a prohibir su consumo en menores de edad. Esta propuesta ha desatado una gran polémica, especialmente entre los productores de vino, que está relacionada sobre todo con las características propias del producto y con la calificación del vino como un alimento más dentro de la dieta saludable. Estas posturas obligan a considerar las implicaciones en la salud del alcohol en general y del vino en particular para determinar si realmente puede llevar la etiqueta de producto saludable y a quién puede ir destinado. Por este motivo, cada área geográfica utiliza uvas de diferentes variedades, con lo que consiguen estandarizar sus procesos, de manera que se obtiene un producto único en cuanto a características organolépticas se refiere. Todo ello ha llevado a la creación de las áreas geográficas de calidad controlada. En España esto ha supuesto la aparición de productos que, si bien eran conocidos desde hace tiempo, han conseguido diferenciarse y ser muy apreciados. El vino, independientemente del país o de la región en la que se produce, posee una característica común: tiene una cierta cantidad de alcohol, normalmente superior al 11%. Esta particularidad es la que hay que valorar en su justa medida para poder entender y centrar los problemas de adicción y adecuación nutricional. Estudios ulteriores comprobaron que, en realidad, los efectos positivos no podían relacionarse con el consumo de alcohol en sí, sino con el del vino y, más específicamente, con el vino tinto. Este alimento contiene ciertas sustancias con capacidad antioxidante, presentes también en otros productos de la naturaleza (frutas, verduras), aunque en el vino la concentración es más efectiva en su acción cardiosaludable. El vino, sin embargo, no es en sí un producto con el que se consigue esa acción (por la fermentación o los procesos a los que se somete), sino que son las variedades maduradas del vino tinto las que habría que considerar como realmente interesantes. Ninguna sociedad científica hasta el momento recomienda o promueve el consumo indiscriminado de vino como medida preventiva de patologías cardiovasculares. En cambio, considera mucho más saludable con este fin hacer hincapié en la supresión del tabaco, en hacer actividad física y llevar una dieta apropiada para disminuir los riesgos. En el caso de las personas que ya tienen consolidado el hábito del consumo moderado de vino tinto (hasta dos vasos por día) no existe peligro si no lo tienen contraindicado, como podría ser el caso de pacientes con problemas hepáticos, con triglicéridos altos, sobrepeso, las embarazadas o personas bajo circunstancias especiales, como las que han de consumir determinados medicamentos que pueden tener interacciones indeseables. Por todos estos datos, a priori, debe evitarse el consumo excesivo de vino, y debe considerarse como un producto apreciable, aceptable e incluso objetivamente saludable, siempre y cuando el consumo sea responsable y contenido a niveles inferiores a los dos vasos diarios. |
EFECTO ANTIOXIDANTE | ||||||||||||||
En este punto es donde se van a formar radicales libres, sustancias muy reactivas y con una escasa vida media, que una vez se han formado, inician un fenómeno en cascada de oxidación que lleva a la célula al envejecimiento y a su muerte. Este proceso puede detenerse en diferentes niveles. Son neutralizados por las defensas antioxidantes, que pueden ser sustancias propias del organismo (las enzimas antioxidantes y el selenio como modulador), o pueden ser sustancias que se encuentran en los alimentos, como las vitaminas C, E y el Beta caroteno o los flavonoides (sustancias antioxidantes del vino). Cuando se produce un desequilibrio, ya sea por mayor producción de oxidantes o menor acción de los antioxidantes, en el organismo aparece lo que se llama el estrés oxidativo que genera efectos tóxicos y patologías, fundamentalmente enfermedades arterioescleróticas, rigidez de la membrana celular o daños en los ácidos nucleicos, con la existencia de mutaciones celulares, que derivan en la aparición de determinados tumores. Los compuestos polifenólicos de la uva se encuentran en la piel, especialmente en las células epidérmicas, y en las pepitas. Su concentración es baja en la pulpa. Esto explica por qué el vino blanco, que no se hace con la semilla ni la piel, presenta bajos niveles de polifenoles. En este sentido, el más rico en estas sustancias es el vino tinto, especialmente el que se hace con la variedad Cabernet-Sauvignon, especialmente porque ha sido el más estudiado en este sentido. La cantidad de polifenoles en la uva depende principalmente de la variedad de la vid, del clima, del terreno y de las prácticas de cultivo. |
Bibliografía | ||
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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Renato Sánchez 3586 dep 10
Santiago, Chile
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