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lunes, abril 16, 2007

CHILE PAIS PLATAFORMA

País Plataforma

 

 

 

 

 

 

 

 

Antecedentes

 

 

 

Una nueva razón para usar a Chile como Plataforma de Inversiones

 

 

 

Multinacionales que usan a Chile como Plataforma

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Antecedentes


En los últimos años ha surgido una nueva tendencia en la inversión extranjera en Chile. Los eventuales inversionistas ya no se están fijando solamente en los recursos naturales del país o en el potencial de su mercado doméstico.

 

En cambio, también están sopesando sus ventajas como plataforma hacia otros mercados de América Latina y, de hecho, otras regiones del mundo.

 

Chile por largo tiempo ha sido atractivo para las empresas que están invirtiendo por primera vez en América Latina, ya que aprecian su estabilidad política y económica y la claridad de su ambiente de negocios. Pero, crecientemente, los inversionistas están tomando este enfoque de aprendizaje  un paso más allá, y están usando a Chile no sólo para ganar experiencia en la región, sino también como una base desde la cual proveer a otros mercados. Los ejemplos abundan, desde empresas mineras como BHP Billiton, Placer Dome y Anglo American en el norte -que exportan cobre a los mercados mundiales- a la canadiense Methanex en el extremo sur, que produce metanol y lo vende a lo largo del mundo. Los productores agrícolas y las empresas manufactureras -en sectores que van desde la industria alimenticia hasta el cultivo de salmones y de la construcción de barcos al ensamblaje de computadores- ahora proveen a mercados exteriores desde Chile, aprovechando las ventajas de su creciente red de tratados comerciales.

 

De hecho, los Tratados de Libre Comercio de Chile han sido clave en alentar a las empresas a adoptar este enfoque. En 1991, Chile firmó un Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y, en 1996, prosiguió a sellar un TLC con Canadá y a transformarse en miembro asociado de MERCOSUR, el bloque comercial formado por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Además, Chile tiene acuerdos bilaterales de complementación económica y tratados comerciales con la mayoría de las naciones andinas y centroamericanas, al igual que TLCs vigentes con la Unión Europea, Estados Unidos, Corea del Sur, y el bloque EFTA (formado por Noruega, Islandia, Liechtenstein y Suiza). Asimismo, Chile firmó un TLCs con Singapur, Nueva Zelanda y Brunei (que, junto con Chile, forman el denominado bloque P4), ya concluyó negociaciones con China y se encuentra en tratativas con India. Más aún, se está llevando a cabo un estudio de factibilidad  para un TLC con Japón.

 

Gracias a estos tratados, las empresas en Chile ahora disfrutan de un acceso privilegiado -y, en muchos casos, con arancel cero- a un mercado de más de mil millones de consumidores alrededor del mundo. En respuesta a esta oportunidad, un número cada vez mayor de empresas -como la británico-holandesa Unilever, la suiza Nestlé, Beiersdorf de Alemania y Packard Bell, controlada por capitales japoneses- están usando sus instalaciones en Chile para exportar a otros mercados alrededor de la región y en el resto del mundo.

 

En muchos casos -como el de Packard Bell- las empresas extranjeras han formado alianzas estratégicas con socios chilenos para poder acceder al conocimiento local. En los noventa, empresas chilenas, sacando provecho de su experiencia en un mercado doméstico competitivo y desregulado, comenzaron a expandirse a países vecinos. Para los inversionistas extranjeros, esa es una ventaja importante ya que, además de sus conocimientos de mercados de exportación, los empresarios y ejecutivos chilenos tienen experiencia práctica de operar en otros países.

 

El año 2002, Chile reformó su legislación tributaria para facilitar el uso del país como una plataforma desde la cual administrar inversiones en otros mercados y para alentar alianzas entre inversionistas extranjeros y empresas locales. En línea con la política de Chile de minimizar las barreras tributarias a la inversión, la reforma significa que los inversionistas extranjeros ya no tienen que pagar impuestos chilenos sobre las ganancias que obtengan de activos en otros países.

 

Un número de inversionistas extranjeros -atraídos por la infraestructura de telecomunicaciones de clase mundial que tiene Chile- ya está usando al país como una plataforma regional. Delta Air Lines, Air France, Hewlett-Packard son sólo tres de las empresas que han adoptado esta estrategia. Todas eligieron a Chile para centros de apoyo y de contacto a través de los cuales venden pasajes, responden a las dudas de clientes y proveen otros servicios para la región.

 

Un fenómeno parecido se observa en el sector bancario. El grupo bancario español SCH usa a Chile para mantener y desarrollar sistemas de procesamiento para sus operaciones alrededor de América Latina, mientras que la estadounidense Citigroup ha decidido situar un nuevo centro regional de desarrollo de software en Santiago.

 

Las empresas internacionales también han empezado a mirar a los "servicios compartidos" -la centralización de servicios internos, como contabilidad y administración financiera, para subsidiarias en diferentes países- como una manera de reducir sus costos operacionales. Y, gracias a la confiabilidad de sus servicios de telecomunicaciones y la amplia oferta de profesionales altamente calificados, Chile ha surgido como una ubicación atractiva.

 

Las empresas que ya operan centros de servicios compartidos en Chile incluyen a BHP Billiton, Unilever, Zurich Group, Sodexho, Nestlé y, más recientemente, Xerox. Y, llevando el proceso un paso más allá, Unilever, tras abrir un centro de servicios financieros compartidos en Santiago en 2002, decidió trasladar la oficina latinoamericana de su división Bestfoods desde Nueva Jersey a Santiago. Además, varias otras multinacionales han decidido situar sus oficinas corporativas en el país, incluyendo a Fluor Corp, PPL, Hydro Québec, Organon (una unidad de Akzo Nobel), Clorox, AIG-ALICO y GrupoNueva.

 

El uso de Chile como plataforma para operaciones regionales ha creado hasta ahora un estimado de 2.000 nuevos trabajos, además de aumentar las exportaciones tecnológicas y de servicios del país. Pero también hay nuevos beneficios menos tangibles en la forma de know-how y tecnología. De esta manera, se esta formando un circulo virtuoso que impulsa el desarrollo de Chile y, a su vez, beneficia a sus socios extranjeros.

 

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