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lunes, abril 16, 2007

Talento y Habilidades

Talento y Habilidades

 

 

 

 

 

El sostenido crecimiento económico de Chile ha resultado en una importante mejoría en la realidad social del país. Desde el retorno a la democracia en 1990, el gobierno ha implementado políticas activas de inversión social, acelerando el progreso en educación, salud, vivienda y otros ámbitos. Chile es, por ejemplo, reconocido internacionalmente por su éxito en combatir la pobreza. Hacia el año 2003, el porcentaje de la población por debajo de la línea de pobreza había caído a un 18,8% desde un 38,6% en 1990 y, en el caso de la pobreza extrema, desde un 12,9% hasta un 4,7%.

En parte debido a estos avances, Chile tiene una fuerza de trabajo talentosa y bien calificada, cuyas capacidades han evolucionado de acuerdo a las exigencias de la integración internacional. Sin embargo, el gobierno está conciente que quedan importantes desafíos sociales, tales como la necesidad de lograr avances adicionales en los estándares educacionales y una mayor incorporación de la mujer a la fuerza laboral, especialmente entre los grupos de bajos ingresos.

Perfil demográfico: Chile se divide en trece Regiones, numeradas de I a XII (de norte a sur) y la Región Metropolitana. Un 40,1% de la población del país vive en esta última -que abarca la ciudad capital y sus alrededores- y es el centro político y económico del país.

Un Censo Nacional, llevado a cabo el 2002 por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), mostró tendencias demográficas similares a aquellas vistas en países industrializados, incluyendo el envejecimiento de la población. Entre 1992 y el 2002, el número de personas sobre los sesenta años de edad creció a una tasa anual de 2,7%, más que duplicando el crecimiento de la población total.

Estándares educacionales: Durante la última década, se han logrado avances evidentes en materia educacional. Según el Censo, el promedio de escolaridad subió a 8,5 años en el 2002, desde 7,5 años una década antes, mientras que, entre la fuerza laboral, llegó a 10,5 años, en comparación a 9,2 años en 1992. Este progreso refleja una alta cobertura educacional -99% y 93% en la educación básica y secundaria, respectivamente- que aumentará aún más como resultado de una ley, aprobada por el Congreso en mayo del 2003, que hace obligatoria la educación secundaria completa.

La alfabetización es casi universal tanto entre hombres como mujeres. Sin embargo, ahora que se ha logrado una alta cobertura educacional, el gobierno ha volcado su atención a la calidad de la educación. Mejoras en esta área, especialmente en las escuelas públicas, son la principal meta de una importante reforma educacional, lanzada en 1995, que incluye la ampliación de la jornada escolar y un mayor énfasis en la calidad de la formación de los profesores.

En 2003, el gobierno lanzó un plan a diez años para mejorar los estándares de competencia en el uso del inglés. Esta iniciativa -conocida como "El Inglés Abre Puertas"- incluye un programa de certificación de profesores de inglés y busca asegurar que todos los egresados de la enseñanza secundaria  tengan un dominio del inglés equivalente al PET (Preliminary English Test), el segundo nivel de los exámenes para quienes hablan inglés como segundo idioma, establecido por la Universidad de Cambridge, Inglaterra.

La alfabetización digital es otra de las prioridades educacionales de Chile y se han logrado progresos considerables en asegurar que las escuelas del país tengan equipos computacionales y en la capacitación de los profesores en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Hacia el 2005, un 94% de los alumnos de educación básica y un 87% de los de educación secundaria tuvieron acceso a un computador, y 101.081 profesores, equivalente al 87% del total, habían recibido capacitación en TICs.

Sin embargo, según el Censo de 2002, el cambio más significativo durante la década anterior tuvo lugar en la educación superior. Casi cuatro de cada diez egresados de la educación secundaria ahora entran a la educación superior y un 16,3% de todos los chilenos tienen un título de educación superior, comparado con un 9,0% en el 1992.

 

El rápido crecimiento de la educación superior en Chile se refleja en el Informe de Capital Humano, publicado por la Universidad Adolfo Ibáñez de Santiago en 2003. Ocupando datos del Banco Mundial y otras fuentes, este estudio encontró que el porcentaje de egresados de la educación secundaria que accede a la educación superior se duplicó en los 15 años anteriores al 2000. Sin embargo, la cifra fue baja según estándares internacionales, y el informe enfatizó la necesidad de mayores avances en este ámbito, aludiendo a tasas de crecimiento aún más altas en países como España y Corea del Sur.

La mayor penetración de la educación superior también se refleja en un aumento en el número de chilenos en puestos profesionales y técnicos. De acuerdo al Censo, esta cifra se duplicó en la década hasta el 2002, llegando a 1,1 millones y representando algo más que un quinto de la fuerza laboral total.

La importancia de la inversión de Chile en la educación también fue destacada por un estudio, Investing in the Future, publicado el 2004 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Este informe, que examinó la expansión de las oportunidades educacionales en América Latina, encontró que los adultos chilenos tenían en promedio alrededor de diez años de educación, mientras que un niño de cuatro años de edad podía esperar lograr un promedio de casi 14 años de educación, marcando un avance significativo dentro del lapso de una sola generación. Más aún, el estudio señaló que, en Chile, el gasto público y privado en educación, expresado como porcentaje del PIB, es significativamente mayor que el promedio para los países de la OCDE.

Sin embargo, como el gobierno chileno bien sabe, hay aspectos de la educación en las que Chile, a pesar de sus enormes progresos en años recientes, todavía enfrenta desafíos urgentes. El Institute for Management Development (IMD) resaltó algunos de estos desafíos -tales como un alto número de alumnos por profesor en las escuelas públicas- en su último Informe de Competitividad Mundial, un estudio anual que examina el ambiente de negocios de diferentes países del mundo. En el Informe de Competitividad Mundial 2005, Chile logró sólo la posición 41° entre 60 países en la calidad de la enseñanza científica en las escuelas, mientras que en la proporción de estudiantes por profesor, estuvo en el lugar 55°.

Estándares profesionales: Los altos estándares profesionales de los ejecutivos chilenos son un factor clave en la competitividad internacional de las empresas del país. Muchos ejecutivos tienen estudios de postgrado en el extranjero, frecuentemente en destacadas escuelas de negocios de Estados Unidos, aunque en Chile también existen escuelas de primer nivel. De acuerdo a AméricaEconomía, una revista de negocios, cuatro de las diez mejores escuelas de negocios de América Latina se encuentran en Chile.

Los altos estándares profesionales de Chile también se reflejan en el Informe de Competitividad Mundial 2005 del Institute for Management Development. Entre los 60 países evaluados por el IMD en el 2005, Chile se ubicó en el lugar 19°, pero logró un puntaje especialmente alto en estándares profesionales, ubicándose en el primer lugar en cuanto a disponibilidad de conocimientos financieros y el segundo lugar en cuanto a credibilidad de sus gerentes.

Sin embargo, el Informe también llamó la atención sobre uno de los principales desafíos para Chile respecto a su fuerza laboral: el limitado rol profesional de las mujeres. Respecto al número mujeres parlamentarias y mujeres en altos puestos en la administración pública o cargos gerenciales, Chile se ubicó en la posición 42°, y en cuanto a la brecha de ingresos por género, estuvo en el lugar 51°,  una de sus posiciones más bajas.

Estándares de bienestar social: Aunque el porcentaje de chilenos que vive bajo la línea de pobreza ha caído alentadoramente, la distribución del ingreso sigue siendo extremadamente desigual. Según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), efectuada por el gobierno, el decil más pobre de la población recibe sólo un 1,2% del ingreso nacional, excluyendo los beneficios estatales, mientras que el decil más rico recibe un 41,2%. La corrección de este desequilibrio será necesariamente lenta, pero es uno de los principales desafíos de Chile y una de las prioridades claves del gobierno.

En 2002, el gobierno chileno lanzó un seguro de desempleo basado -al igual que el sistema privado de pensiones de Chile- en cuentas de ahorro individuales, administradas por una empresa privada, a las cuales contribuyen tanto el trabajador como el empleador. Además de mejorar la protección social, esta iniciativa tiene la ventaja de incrementar el ahorro doméstico y de canalizar liquidez adicional al mercado de capitales chileno.

Un aumento en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo ahora se identifica como clave para reducir aún más la pobreza. Aunque el nivel educacional de las mujeres está a la par con el de los hombres -y en algunos segmentos de la población, es levemente superior- el Censo 2002 encontró que sólo un 35,6% de las mujeres participa en la fuerza laboral. Esto representó un aumento desde un 28,1% desde 1992, y el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) estima que la participación alcanzaba un 42% en 2005. Sin embargo, la participación de las mujeres sigue siendo baja comparada tanto con las economías industrializadas como con muchos otros países latinoamericanos. Más aún, la participación laboral de las mujeres evidencia una estrecha correlación con el nivel de ingresos y, en las familias pobres, significaría una radical mejora en el ingreso familiar y tendría un efecto positivo sobre la distribución del ingreso del país. Para facilitar el acceso de las mujeres a la fuerza laboral, el gobierno está expandiendo los servicios de cuidado infantil y el acceso a la educación pre-escolar.

Nivel de vida: El Censo 2002 mostró una mejora extremadamente significativa en el nivel de vida en Chile. Hacia 2002, un 96% de los hogares del país tenía acceso a la electricidad y un 91% tenía agua potable. En el caso de la electricidad, esto representó un incremento de un quinto en relación a una década antes, y en el caso del agua, un incremento de más de un cuarto.

El Censo también detectó un progreso enorme en la penetración de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), destacando la posición de liderazgo de Chile en este ámbito no sólo dentro de América Latina, sino también en comparación a economías emergentes en otras regiones del mundo. Hacia 2002:

  • 52% de los hogares chilenos tenía un teléfono fijo
  • 51% tenía un teléfono móvil
  • 21% contaba con un computador
  • 24% tenía televisión por cable o satelital
  • 10% estaba conectado a Internet

 

Además, la prosperidad creciente y el mayor acceso a la electricidad han significado un avance rápido en el acceso de los hogares a los equipos electrodomésticos.

Indicadores internacionales: El Informe de Desarrollo Humano, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), mide el progreso de un país en desarrollo humano mediante la evaluación de un amplio conjunto de indicadores, como la expectativa de vida al nacer y la tasa de mortalidad entre los menores de 5, además de, por ejemplo, el acceso a agua potable y factores tales como la igualdad de género en la educación y la participación política.

En el Índice de Desarrollo Humano 2005, publicado en septiembre de 2005, Chile se posicionó en el lugar 37° lugar entre 117 países, comparado con el lugar 43° en 2004. Según el Informe, Chile es "un ejemplo… de un país que ha transformado su alto crecimiento en un rápido desarrollo humano".

El Índice identifica a Chile como uno de los 57 países que, de acuerdo al PNUD, ha conseguido un alto nivel de desarrollo humano. Se sitúa por delante de países como Eslovaquia, Croacia y México y, dentro de América Latina, sólo es aventajado por Argentina (34°)

En puntaje de Chile en el 2005 llegó a 0,854 (en comparación a 0,963 en el caso de Noruega, que lideró el ranking), aumentando desde 0,843 en el 2000 y 0,785 en 1990. Los avances reflejados en este sostenido incremento incluyen una mayor expectativa de vida -que, según el Informe, había alcanzado 77,9 años para el 2003 - y una tasa de alfabetización adulta de 95,7%.

Asimismo, resulta importante destacar que hacia el año 2000 Chile ya había cumplido con la Meta de Desarrollo del Milenio para erradicar la extrema pobreza y el hambre. El objetivo, establecido en 1990, busca reducir a la mitad la extrema pobreza y el hambre en el mundo hacia el año 2015. Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Chile es el único país en la región que hasta el momento ha alcanzado la meta, aunque países como Brasil, México y Uruguay han hecho significativos progresos.

En el reporte de CEPAL titulado Las Metas de Desarrollo del Milenio: Una Perspectiva de América Latina y el Caribe, la organización destaca que la extrema pobreza en Chile se haya reducido continuamente desde el año 2000, aunque a una taza levemente menor.  "La disminución en la taza de reducción refleja las crecientes dificultades que el país enfrenta para erradicar la extrema pobreza una vez que ha llegado a niveles relativamente bajos", indica el reporte. Según la CEPAL, la extrema pobreza en Chile llegaba a un 4,7% de la población en 2003.

 

 

PROGRESO EFICAZ EN LA REDUCCIÓN DE  LA MORTALIDAD INFANTIL

Hacia 2002, la tasa de mortalidad infantil de Chile había caído a 7,8 por cada 1.000 nacimientos vivos, menos de la mitad de su nivel en 1990 y el cuarto nivel más bajo en el continente Americano, después de Canadá, Cuba y los Estados Unidos. A un nivel sólo levemente superior al visto en los Estados Unidos (7,2/1.000 en 2002), la tasa de mortalidad infantil de Chile es particularmente digna de destacar a la luz del gasto en salud per capita, que es un tercio del de Estados Unidos.

La reducción en la mortalidad infantil lograda desde 1990 refleja las política de salud pública que han sido implementadas en este ámbito, haciendo una enorme contribución al bienestar de los ciudadanos del país, además de importantes ahorros en recursos económicos. En 1990, la tasa de mortalidad infantil de Chile de 16,4/1.000 significó casi 5.000 muertes infantiles anualmente mientras que, hacia 2002, esta cifra había sido reducida a menos de 2.000.

 

"EN CHILE, HARVARD BUSINESS REVIEW ENCONTRÓ EL KNOW-HOW  QUE BUSCABA"

En el 2002, cuando Harvard Business Review decidió lanzar una edición latinoamericana,  encargó este proyecto a un grupo de profesionales chilenos. La empresa que formaron, Impact Media -que ahora tiene 30 empleados- es la encargada de traducir la publicación mensual al español y al portugués y de imprimirla, además de su promoción y distribución alrededor de América Latina. Harvard Business Review América Latina también incluye artículos de interés regional específicos que Impact Media contrata desde sus oficinas centrales en Santiago. "Además de know-how  profesional, Harvard Business Review encontró en Chile una plataforma de servicios competitiva que ofrece experiencia en exportación, distribución y en logística", señala Ricardo Zisis, Editor de Harvard Business Review América Latina y Director Ejecutivo  de Impact Media.

 

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